La misericordia de Dios: volví a nacer

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¡Más que agradecida por la misericordia de Dios!

Una tarde cualquiera, de buenas a primeras empiezo a sentir sensaciones extrañas en mi cuerpo: se me dificulta tragar, la mirada perdida, casi no puedo hablar y estoy perdiendo movilidad en mi lado derecho del cuerpo. ¿Y ahora qué será?

¡Hola! ¡Dios les bendiga! Espero que se encuentren bien.

Hoy he decidido darle fin a la serie que inicié hace unas semanas acerca de mi diagnóstico de cáncer y explicarles cómo es que: Volví a nacer por la misericordia de Dios.

Por si es tu primera vez por aquí, en primer lugar gracias por visitar mi página, y segundo, puedes ponerte al tanto leyendo las siguientes publicaciones anteriores:

• Un diagnóstico cambia todos tus planes parte 1
• Un diagnóstico cambia todos tus planes parte 2
• Un diagnóstico cambia todos tus planes parte 3

En la publicación anterior, finalicé dando el preámbulo de que lo peor aún estaba por venir, y así fue.

En la tarde del 4 de mayo del 2017 fui ingresada de emergencias al hospital con un inicio de derrame cerebral.

¿La causa?

Aún la desconozco. Tal vez pudo ser mi cáncer que estaba bastante avanzado,  la fuerte anemia que tenía o tal vez el medio que Dios utilizó para que yo pudiera recibir una completa atención médica más rápido.

En fin, me ingresan a emergencias y cuando se confirma lo del inicio de derrame cerebral piden mi consentimiento para administrarme un medicamento para detenerlo.

A todo esto, cabe aclarar, que tenía al pendiente de mí más de cinco médicos que, además de evaluarme físicamente, me evaluaban mentalmente.  Me hacían preguntas tan tontas para mí en ese momento (digo tontas debido a que no tenía idea de la gravedad de lo que me estaba pasando).

Me preguntaban cosas como que dijera las letras de mi nombre de atrás para delante y viceversa, que cuándo nació mi hija, que cuántos dedos me estaban mostrando, reconocimiento de  imágenes, en fin, de todo con tal de lograr que mi cerebro no reposara.

No recuerdo bien, pero como pude firmé el consentimiento para la aplicación del medicamento y también un poder en que delegaba en mi tía materna (ella fue quien llamó al 911 y estuvo ahí conmigo en todo momento acompañándome y orando por mí) tomar cualquier decisión con respecto a mi salud en caso de que yo no estuviera consciente o en mis plenas habilidades mentales.

¡Perfecto!

Luego de esto aparecieron las famosas «letras pequeñas» del medicamento, que consistían en una inmensidad de efectos secundarios que éste podía causar, dentro de los cuales estaba hemorragia interna (que fue lo que me sucedió a mi).

Antes de continuar quiero aclarar algo:

Cuando digo que aparecieron las famosas “letras pequeñas”, no me refiero a que nunca me informaron de los posibles efectos secundarios. Por supuesto que me dijeron todo, lo recuerdo, vagamente, pero lo recuerdo. Pero qué les digo señores, cuando uno se encuentra frente a una situación así lo importante es actuar, no se puede estar perdiendo tiempo en pensar si pasa esto o aquello. Hay que actuar y confiar en que por fe Dios estará siempre ahí contigo y te salvará.

Como tenía muy afectado mi pulmón derecho por el cáncer, luego de aplicarme el medicamento para detener el derrame cerebral, la consecuencia fue que se produjo una hemorragia interna masiva en el pulmón.

Por si lo quieren googlear:

El medicamento se llama Activador Tisular del Plasminógeno, tPA (Tissue Plasminogen Activator por sus siglas en inglés).

La sangre me salía por boca y nariz, como una llave de agua, era algo incontrolable.

Sólo recuerdo  ver vasijas llenas de sangre que iban y venían.

Un dolor muy fuerte e inexplicable, como si me exprimieran el pulmón, se apoderó de mí, no encontraba sitio, no podía estar sentada, ni parada, ni acostada, no quería ni que me hablaran, no aguantaba y cuando sentí que ya no podía más grité: ¡Misericordia!.

Me fui de este mundo.

No supe más de mi hasta que desperté horas después en cuidados intensivos, con varios monitores y aparatos que no entendía, y con uno de mis primos dándome la noticia de que mi papá ya venía de camino en un vuelo hacia New York (ahí supe que las cosas no andaban bien).

Todo fue oscuro en los días posteriores. Infinidad de exámenes y procesos muy dolorosos que estarán siempre en mis recuerdos por las cicatrices que dejaron en mi cuerpo.

Estuve cuatro días en cuidados intensivos y luego un mes interna en el hospital.

Como dije anteriormente, me habían diagnosticado un cáncer de pulmón y fui ingresada a emergencias por inicio de un derrame cerebral.

Luego de esto aparecieron infinidad de diagnósticos más, que a la verdad yo no entendía de dónde venían:

• Posible metástasis en el cerebro, senos, hígado y útero.
• Problemas cardíacos
• Lagunas mentales

Pero lo importante aquí es que Dios tuvo misericordia de mí y todos esos nuevos diagnósticos salieron negativos en sus biopsias y estudios correspondientes.

Para ya no cansarlos más con mi historia, les diré que fueron los meses más difíciles y desgastantes de mi vida.

Recibí quimioterapia durante cinco meses, luego pasé a la etapa de remisión durante un año.

Actualmente continúo en mis chequeos de rutina una vez al año y sigo, gracias a Dios, libre de cáncer.

Todo va bien hasta ahora y tengo Fe de que así continuará,  porque a mí me sanó el Señor y las cosas que Él hace, las hace bien y todo lo termina, nunca se queda a medias.

Bendiciones.

Por favor sea reflexivo en sus comentarios y sepa que si he decido compartir mi vivencia por esta vía, es porque sé que del otro lado del monitor hay personas que pueden estar pasando por la misma situación.

Y es una manera de motivarlos a seguir, que no se rindan. Que pongan todo en manos de Dios Todopoderoso, que es rico en Misericordia y Sanador por excelencia.

Sé que algunas personas dirán, que lo que me sucedió no fue tan grande, que existen cosas peores.

Bueno. ¡Tal vez! Pero yo no comparto esto como una manera de que me tengan pena. ¡Para nada!

Sino como una manera de que si tú que me lees pasaste o estás pasando por una situación similar, no te derrumbes, déjalo todo a Dios.

Podemos hablar, compartir e intercambiar vivencias.

Gracias.